Culiacán, Sinaloa a 21 de Septiembre de 2012.- En un poblado de la antigua China, el emperador de la época amante de la navegación lidereaba los viajes cruzando el mar por recolecta de mercancías. Al borde de la epidemia el emperador debió reunir la mayor tripulación posible y viajar en búsqueda de medicamentos para su pueblo que moría.
En esos tiempos los viajes demoraban demasiado, el primer viaje del emperador para traer medicamentos al pueblo demoró más de lo habitual y a su llegada gran parte del pueblo había sucumbido ante la peste, furioso el emperador por las consecuencias de la demora y ante la necesidad de viajar más acude al Shamán del pueblo para buscar soluciones, el Shamán advierte al emperador que “De tener limpio el barco, hubiera llegado a tiempo”. Molesto el emperador no comprende la advertencia del viejo, y regresa a su tripulación a embarcar un nuevo viaje.
Ya en el recorrido el emperador visualiza su demora, y decide reflexionar sobre el consejo del viejos sobre “limpiar el barco”, entonces sube a lo más alto de la nave y llama a su tripulación a dejar el barco tan limpio que pudiera brillar su rostro como el reflejo en su espada. La tripulación apresurada, limpia el barco hasta dejarlo relucir pero aun así tardan el mismo tiempo.
Al retornar al pueblo descubren la muerte de más pobladores, y el viejo Shamán los reciben en el pueblo y repite al emperador nuevamente “De tener limpio el barco, hubiera llegado a tiempo”, el Emperador le dice al viejo que el barco esta tan brillante que puede ver su rostro como en su espada y aún así ha llegado tarde, el viejo solo reflexiona que las impurezas no solo esta en un piso polvoriento.
El Emperador aferrado decide hacer un viaje de nuevo, pero esta vez limpiara de verdad el barco. Sube a lo más alto en la nave y advierte que dentro de su tripulación se encuentran delincuentes y mercenarios, y decide despedirlos en el puerto y tener solo una tripulación de almas puras. De regreso al pueblo descubre que ha hecho el mismo tiempo y que su gente sigue muriendo, corrió de nuevo hacia el Shamán en búsqueda de su consejo, y este de nuevo repite que las impurezas no solo se encuentra en la superficie o el alma, repite de nuevo “De tener limpio el barco, hubiera llegado a tiempo”.
El Emperador cansado regresa al que sería su último viaje, sin esperanzas solo piensa en el consejo del viejo, pensando, advierte como dentro de su tripulación había quienes no remaban y quienes remaban lento por pereza, decide entonces que sería hora de “limpiar el barco”, selecciona a todo tripulante contaminado y les da las gracias en el puerto quedando solo quienes remaban bien y al mismo ritmo. A su regreso al pueblo percata que ha hecho la mitad del tiempo en su viaje y que ha llegado a tiempo para rescatar vidas de al enfermedad. El viejo lo recibe en el puerto y le dice con gusto que a comprendido que las impurezas también se encuentra en aquellos que no comparten la misma visión. Y deben ser descartados para permitirles buscar un lugar en donde puedan ser reciclados para el bien.