Durante 37 años de trabajo, Miguel Ángel Manjarrez es uno de los principales empresarios en las artes gráficas de la región con su empresa Manjarrez impresores.
Al frente de su negocio Miguel Ángel Manjarrez genera más de 200 empleos directos, atendiendo clientes de todo el noroeste del país, desde Tijuana hasta Guadalajara.
Durante el Panel Ejecutivo: “Emprendimiento Exponencial – De la idea a la accion” hablará de su origen humilde, sus inicios en las artes gráficas, el papel de su familia en la empresa, los puntos de quiebre que han marcado su historia empresarial y sus nuevos proyectos gracias a la apertura de su planta en el parque industrial El Trébol de Culiacán, Sinaloa.
—En 1986 el negocio estuvo a punto de desaparecer: mi segunda hija nació con un problema en el paladar y mientras mi mujer estaba atendiéndola en México yo me quedé a trabajar día y noche para sacar con qué.
Vendimos todo, me quedé con una sola máquina y volvimos a empezar. Sacamos adelante el problema familiar y despegamos con más ganas. Ahí me di cuenta que teníamos la capacidad para resolver todo tipo de problemas. Si habíamos superado aquel problema familiar, pues esto era “pan comido”.
El 94 marcó la historia de Manjarrez Impresores: fue cuando crecimos exponencialmente. Ese año yo ya veía venir la devaluación y decidí endeudarme en moneda nacional y no en dólares, de tal manera que cuando fue la devaluación nosotros ya estábamos con contratos firmados.
—En el momento en que empezamos a comprar tecnología nos dimos cuenta que teníamos capacidad para atender más clientes y empezamos a buscar. De alguna manera un cliente satisfecho te va recomendando con otro y es así como hemos alcanzado clientes fuera del estado.
En Guadalajara tenemos otra empresa, Integradora Comercial de Impresos. Esta nació hace 4 o 5 años luego de que 2 de mis hijas se fueran a estudiar allá. Pusimos una oficina de venta, después vimos que había mercado y pusimos una planta. Lo que no se puede hacer en Guadalajara lo hacemos aquí y viceversa.
En Hermosillo abriremos una oficina de ventas en octubre. Primero Tijuana, luego Hermosillo y posiblemente enseguida venga Mexicali. Atendemos clientes desde Hermosillo hasta Guadalajara, en todo el Pacífico y la península de Baja California.
¿Cómo ha hecho Manjarrez Impresores para sobresalir entre la competencia local y regional?
—Tenemos gente trabajando en todas estas regiones como representantes. Aparte tratamos de cumplir en todo momento con los tiempos de entrega, dar buena calidad y mejores precios que la competencia.
Pongo un ejemplo: el martes en la noche me dijeron que había un trabajo en Tijuana. 75 mil boletos para un juego de beisbol que teníamos que tener allá el jueves a las 10 de la mañana. Bueno, adelante —dije—, sí me lo aviento. Y el jueves en la mañana los boletos estaban allá. El cliente está contento y pidió que fuéramos para hacernos compras programadas, ya no de pánico.
¿Qué fue lo que hice? Hice cosas que otros no harían. En ese momento amarramos toda la logística. ¿Me costó? Sí, sí me costó, pero le cumplí al cliente. Eso es lo que tratamos de hacer siempre.
—¿Cuál ha sido el papel de su familia en la empresa?
—Siempre he dicho que a mis hijos les corre tinta por las venas. Ellos siempre han estado involucrados con la empresa.
Desde recién nacida, Brenda, mi primera hija, ya estaba en el portabebés al lado del escritorio de mi mujer. Es la mayor y la que está a cargo del negocio de Guadalajara. Dulce, mi segunda hija, fue la que nació con un problema en el paladar y está encargada del factor humano en el grupo, pero desde los 6 años ya estaba involucrada en el negocio.
Sigue Miguel Ángel. Él empezó en el negocio como comerciante: compraba Cocas, Sabritas y todas esas chucherías y se las vendía al personal, les fiaba y anotaba en una libreta. Al final del día sacaba cuentas y decía: “Vendí tanto, me quedó tanto”… y se sentaba a comer todo lo que le había sobrado.
Luego sigue Nadia, la menor. Ella se separó un poco del área de las artes gráficas pero sigue relacionada con las tintas. Estudió diseño textil y modas, entonces tiene relación con países como China y la India, donde compra telas que luego manda teñir. Estoy muy contento porque ya vienen mis nietos, una nueva generación que empieza a oler la tinta. Espero que alguno quiera seguir con esta bonita labor.
—¿Cuál ha sido la principal satisfacción que le ha dejado Manjarrez Impresores?
—Te lo voy a resumir: si Dios me diera la oportunidad de volver a nacer y elegir a qué dedicarme, yo elegiría esto: lo mismo.
¿Por qué? La satisfacción más grande en mi vida es saber que toda esa gente que estás viendo ahí, dando lo mejor de sí y sudando la camiseta, esa gente ahorita va a salir, va a ir a su casa y le va decir a su familia: “Vente, vamos al supermercado”. Esa es la satisfacción más grande en mi vida, saber que no soy una carga, saber que soy útil a la sociedad.
—¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
—Los caballos son mi pasión. Siempre me han gustado pero no me había dado la oportunidad. Ahora que pude comprarlos tengo 6, unos los monto yo, otros mi esposa y, cuando viene mi hija de Nueva York, al día siguiente ya está encaramada en uno. Te voy a decir porqué me gustan: el caballo me da la oportunidad de estar en contacto con la naturaleza, levantarme a las 5 de la mañana y a las 6 ya estar montado en un caballo, hacer contacto con la vegetación, el olor a campo, ver salir el sol, estar echando unos taquitos arriba en el cerro. Eso es la cosa más grande, ahí se me olvida todo.
—¿Cuál es su relación con San Ignacio?
—Añoro estar en mi tierra, tengo muchos recuerdos de ella y guardo con cariño todo lo que venga de por allá. Es el lugar más bonito que yo conozco. Cierro los ojos y empiezo a caminar esos montes y esas veredas… Si las condiciones de seguridad fueran propicias, yo todavía estaría viviendo en San Ignacio y tendría mi casa para irme todos los fines de semana. Quisiera que no, pero así son las cosas.
—¿Cuál ha sido el papel de Miguel Ángel Manjarrez en la participación social?
—Soy de los que creen que siempre habrá algo qué hacer por los demás. Me he involucrado mucho en el deporte. Llegué a patrocinar 17 equipos infantiles en las ligas de beisbol. Creo que, si bien no es una garantía, sí ayuda mucho a retirar a los jóvenes del mundo de las drogas y la autodestrucción.
Hoy esos pollitos son hombres, son adultos, y muchos de ellos mis clientes. Para ellos el señor Manjarrez es algo muy grande, de mucho respeto, porque hice una siembra: sembré en sus mentes cosas buenas y hoy son gente de bien.
—¿Qué consejo le daría a un emprendedor?
—Decirles a los jóvenes que no se desesperen. Nomás no dejen de trabajar, no bajen la guardia. Dedíquense a lo que sea pero háganlo con mucha pasión.
Que sepan que el camino que te va llevar a puerto seguro y a gozar de las satisfacciones es el camino sinuoso, el camino empedrado. No son las cosas fáciles. En la vida tienes que trabajar y no hay recetas mágicas, es trabajar, trabajar y trabajar mucho, y sobre todo con toda la honestidad del mundo. <Revista Espejo>
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